– Dentro de este eclecticismo, algo que recordamos todos fue cuando mucho antes, en 1970, Kraftwerk irrumpió en las “sinfonolas” de los bares y pese a ser una música tan diferente seguimos incorporándolos en tiempos del punk. Tal vez porque la transición punk-postpunk fue meteórica?
– Creo que ese apego de los punks por Kraftwerk se puedo apreciar aquí como en pocos sitios en su concierto de 1981 en el antiguo Pabellón de Deportes del Picadero de Barcelona coincidiendo con la gira de su disco Computer World. Con su tema Pocket Calculator ocupando el final de la actuación se acercaban al público de las primeras filas ocupadas por una considerable cantidad de punks entusiasmados para que pulsaran sus mini calculadoras, todo ello parecía una alegoría o invitación hacia la tecnificación de la música de los ochenta protagonizada por mucha gente que surgió de esta escena o movimiento. De ese concierto y sus horas anteriores el fotógrafo Anton Corbjin hizo unas fotos entre las que destacaba una en que se les podía ver en los Baños de San Sebastian de la Barceloneta; al verla publicada en el NME me quedé de piedra pues a escasos metros de allí pocos años antes acudía con mis colegas a un bar en que The Model estaba en la sinfonola o máquina de discos, no muy lejos de allí también la oímos en autos de choque. Aún mucho más atrás en el tiempo recuerdo oír Radioactivity en una casette en lugares tan aparentemente distantes a su espíritu como una tienda de campaña por la noche o en casa de un familiar de mi madre mientras unos hombres se vestían de nazarenos para una procesión. Fassbinder hizo otro uso chocante del disco al sonar de fondo en una escena con un combate de boxeo. Al igual que los Beatles las relecturas que se puedan hacer de ellos son múltiples e insospechadas y esto les hace grandes, si te acuerdas fuimos testigos en una edición del Festival Periferias de Huesca de ver reinterpretada su música a través de rai marroquí o cumbia chilena.
"La música como revelación del lugar natural y la situación"
Ojos de Músico Extraviado. Blog personal de Javier Hernando.
– Es curioso que desde los tiempos punks, ya declarabas tu pasión por ciertos paisajes y entornos como la Costa Brava, en unos momentos en los que se abrazaba lo urbano e incluso lo industrial. Tiene algo de Daliniana esa luz y esa combinación mar y montaña, se que aprecias a este peculiar artista.
– Ya que me citabas la comparación de ir en bici con el montar en una Harley-Davidson te diré que cuando pedaleaba por el Empurdá en más de una ocasión me crucé con Eliseu Huertas con su moto de la misma marca, ni él iba a gran velocidad con un rugir de moto ni yo iba con la lengua fuera en plan carrera, ambos gozábamos de ese paisaje crepuscular a través de carreteras o en mi caso también de viejas calzadas. Un deambular que causa adicción así como las pausas donde conoces gente de lo más variopinta. como también la figura de su morador más conocido Salvador Dalí. En mi caso nada más inaugurarse en 1975 su Teatro Museo de Figueres acudí acompañado con unos amigos del instituto muy ilusionados tras adquirir uno de ellos el libro Todo Dalí en un rostro que acababa de aparecer, luego fuimos a Cadaqués, es la primera vez que estaba allí y el paisaje mineral del Cap de Creus me dejó una profunda huella, un tipo de sensación que aún se acrecentó más años más tarde ante la lectura de alguno de los libros de JG Ballard influidos por sus veraneos en esa zona.
– Recuerdo con placer aquella sesión que hiciste sobre Pynchon y la música, me gustaría recuperarla, pues la perdí (ya de paso te pido una copia, jeje), y que me contaras de como te planteaste aquel evento.
– Ante la negativa a hacer conciertos una noche Víctor Nubla me sugirió que al menos para el Festival Lem podría hacer una noche de dj. Conociendo que sus intereses abarcaban la literatura tanto o más que la música pensé en hacer una sesión que tuviera un nexo común a través de un escritor en que las descripciones sonoras tuvieran un papel relevante en su obra, de esta manera elegí a Thomas Pynchon y de esos párrafos hice un pequeño díptico de acompañamiento. Como curiosidad una anécdota bastante reveladora ocurrió días antes cuando ese díptico que anunciaba el día de la sesión lo colgué en el tablón de anuncios de la librería La Central de Barcelona a lo que su copropietaria me replicó que allí solo se podían poner actos literarios no musicales a lo que le maticé que se trataba de algo relacionado con Pynchon; de manera no muy entusiasta accedió a mantenerlo pero a los dos días como me temía había sido descolgado. Ahora que en la librería se pueden encontrar tantos libros de música (por entonces la cantidad de estos era irrisorio) y que toda la obra de Víctor está presente en lugares destacados me da ganas de comentárselo pero no vale la pena perder el tiempo. Una de las cosas más agradables que recuerdo de esa sesión es contar entre la audiencia a Anne Gillis quien tocó en esa misma edición un día antes.
Entrevista con JAVIER HERNANDO
Javier Hernando, barcelonés, es en la actualidad uno de los músicos más influyentes de nuestro país. Su último trabajo en solitario “Jardín Naúfrago” fue aclamado como uno de los mejores discos del año en Rockdelux. Su larga trayectoria desde los primeros años del punk, y su enorme capacidad de recolección y creación de sinergias le llevan a alimentar un blog de referencia absoluta, “Ojos de músico extraviado”. Javier ha editado hasta ahora trece grabaciones en solitario y cinco en colaboración con La Pulcra Ceniza, Adriá Bofarull, Xeerox, Ángel Lalinde y el recopilatorio 4 grupos de Barcelona.
– Creo que una característica tuya es el entusiasmo, la curiosidad y ver siempre las cosas con la mirada de quien le fascina todavía el mundo. Desde esta perspectiva se que tienes algo entre manos y lo esperamos con impaciencia
– Esa curiosidad puede desembocar en un rastreo personal con derivadas imprevistas y en otro plano puede ser el punto de partida de un trabajo personal y puede ser desde algo muy simple como una foto espectral del cineasta experimental Hollis Frampton o la conversación desde un mirador de Caldetes con un anciano rememorando la pista de tenis abandonada continua donde bailaban en los últimos días de la guerra civil, estos momentos de revelación o despertar creativo exige una voluntad posterior que exige una continuidad que en momentos de no seguirla puede llevar a una dispersión que se aleja del excitante alborear inicial. A más largo plazo quiero explorar una hauntología personal que sin abandonar la electrónica me llevará más hacia la manipulación sonora en un grado bastante amplio. Antes junto a Azucena de Yngunza planeamos editar un libro sobre la trayectoria artística y personal de su padre José Manuel de Yngunza. El libro irá acompañado por un cd en el que he intentado transmitir y sugerir a través de la incorporeidad de la música su mundo elevado y magnético.
www.javierhernando.net
Por SURFURO
Kraftwerk en La Barceloneta, 1981.
– En tu música, que a primera vista puede parecer abstracta, siempre hay una ensoñación que yo no definiría como futurista, sino como espacial, o científica, incluyendo como ciencia fenómenos o sensaciones que no por ser inexplicables no forman menos parte del saber. Quiero decir que es muy cinematográfica, que te sitúa dentro de un lugar en el que ocurren cosas, que no las ves discurrir desde fuera. Te interesa esa inmersión?
– En mi temprana juventud el cine tuvo más influjo en mí que la música e incluso con los amigos de instituto que te citaba antes nos planteamos incluso la idea de estudiar cinematografía; sin embargo recuerdo que solo la práctica de esbozar un posible corto me costaba, pensé entonces que más que dirección igual lo que más me interesaría fuera el montaje, pues bien después de abandonar esta posible dedicación cinematográfica esta práctica creo que está bastante presente en mis trabajos no solo en el momento de mezclar las pistas sino además de manera bastante meticulosa a la hora de darle una forma en que casi siempre hay un elemento de dramatización o más bien de insinuación, aunque esté tamizado dentro de una estructura emocional de música como bien dices de abstracción ensoñadora.
ojosdemusicoextraviado.blogspot.com
Magda Redondo y Javier Hernando en un ensayo de Xeerox 1980
– Te interesa lo desconocido? eres una persona con curiosidad. lo ves como un preset en tu música? quiero decir usas esa sensación como un ingrediente de forma consciente?
– Lo desconocido suele ir de la mano de lo sumergido y el penetrar por territorios ignotos puede tener consecuencias que no descifro del todo, que más bien están en el inconsciente dejando un poso que seguramente origina un cada vez más "dejarme ir" en el momento de componer especialmente en los primeros momentos, María Zambrano decía ¿de dónde viene la música? y también apuntaba a esta como revelación del lugar natural y la situación y esta puede estar marcada por una apasionada lectura o por el efluvio invisible tras una siesta.
ENTREVISTA
– Los nombres de tus temas son especialmente sugerentes. Creo ver en ellos cierta poesía cósmica. Efectivamente, el interés poético, desplazando el desamor por la astronomía, mezclando ésta con la misma existencia del ser humano, se torna mucho mas universal en el sentido literal.Hay conceptos en astronomía tan propios de nuestra condición como el "horizonte de sucesos" (Superficie esférica que rodea a un agujero negro en la cual la velocidad de escape coincide con la velocidad de la luz. No tratándose de una superficie material, sino de un límite exterior imaginario, un punto de no retorno: todo lo que atraviesa este límite cae irremediablemente al interior), que redimensionan la poética. Estás desde siempre interesado en estas fenomenologías no?
– En el orden que antes citaba de insinuar con la música la elección de los títulos cobra un papel importante, aunque aquí podríamos entrar en un interesante debate de la gente que opina que la música debe expresarse por sí misma sin ningún aditivo adicional llegando casi al grado cero de esto que sería los títulos de Francisco López, una forma que me parece también absolutamente válida. La poesía cósmica puede ser una búsqueda del interior, algo muy Solaris, un zoom lento de exploración en mi caso más por lo efímero y vaporoso que por lo transcendente, un escenario en efecto de no retorno con imprevistas visitas que nos perturban.
– Tu afición por el ciclismo tiene que ver con el recorrido descriptivo?, o con planear sobre las cosas?, el hecho de ir montado sobre un artefacto frágil es una pequeña declaración de principios frente a una Harley Davidson por ejemplo? como ves el Tour este año?
– Mi afición por el ciclismo surge desde muy pequeño con los primeros seguimientos del tour por la tele con escapadas temerarias en solitario como las de Julio Jiménez que con mis amigos de la calle prolongábamos en casa de uno de ellos emulándolos con las pequeñas figuras de plástico que llevaban los maiots de aquella época (Peugeot, Bic, Kas...), los hacíamos recorrer un circuito encima de una mesa trazado con piezas de un exin y su rendimiento estaba marcado por la tira de dados que efectuábamos y que al final incluso daba para incluir clasificaciones, lo pasábamos bomba. Cuando vi en una exposición los juegos de mesa de ciclismo que colecciona Anki Toner reconocí estas figuras y fue sin duda emocionante.
La práctica de él es bastante posterior, tendría unos veinticinco años cuando en unas vacaciones en Roses mi padre me enseñó a montar en bici a partir de ahí mi enganche fue total, me compré una bicicleta de tipo cicloturista e incluso recorrí con él algunos tramos muy ilusionado pues en su juventud había también montado en bici. Por supuesto compartíamos las cabezadas más que siestas del tour y cuando estaba en la recta final de su enfermedad decidí subir al Tourmalet para rendirle homenaje e ilusionarle cuando se lo comuniqué por la noche desde Bielsa. De toda la práctica ciclista la ascensión es la que más me motiva, la combinación de esfuerzo controlado rodeado de paisajes exuberantes o raquíticos en su parte final es para mí muy satisfactoria y también el alma exploratoria que conlleva sondear y elegir los recorridos. En un escenario distinto el lugar del velódromo también me gusta con su elíptico eterno retorno y encima tuve la suerte de que construyeran uno en Horta muy cerca de mi casa, allí acudí a su inauguración en los campeonatos del mundo de 1984, nuestros locales de ensayo de la calle Horta estaban a escasos diez minutos e intuyo que desde allí fue con Jordi Guber a presenciar algunas de las pruebas. Esta experiencia sin duda marcaría la elección del nombre de Velodrome para su proyecto junto a Krishna Goineau.
https://javierhernando.bandcamp.com/
– Volviendo a la música, recuerdo los principios de la música de ruido en los 70-80, la música industrial, que se apropió del descaro punk y de sonidos de la música Contemporánea o Concreta. Desde la música contemporánea sigue despreciándose un poco a los No-Músicos? como has visto la evolución de este trio?
– Sí desde luego desde los ámbitos de la música contemporánea se despreció los ámbitos del no músico asociados al noise y la música industrial, acudir y ya no digo participar de lugares como el IRCAM, el Laboratorio de música electroacústica de Cuenca o Phonos era un privilegio pero también en ocasiones un potencial peligro, pues conozco más de un caso de gente que perdió su frescura y espontaneidad al acudir a estos centros donde la conciencia tonal se devaluaba o en otro plano el ruido se atemperaba. Habría también que recordar como en ese período el escasísimo nivel de ediciones que había en este país en el caso de la música contemporánea contrastaba con la efervescente escena de sellos de casettes con una actividad mucho más dinámica. Con ello no pretendo menospreciar ese ámbito y de hecho mucha gente que se ha creído que estaba haciendo músicas de vanguardia tendrían que haber antes conocido composiciones adscritas a este campo, aunque entonces no había la posibilidad tan amplia que hoy existe de conocerlas en internet algo que unido a qué centros como los antes citados y otros se han abierto mucho más a que compositores jóvenes puedan utilizar sus instalaciones y poder experimentar con una instrumentación electrónica de primer orden lejos de réplicas o simulacros virtuales.
– Creo que siempre fuiste tal vez el menos “British” del entorno punk del 76 en Barna, apreciabas con buen criterio al punk americano como Chrome y sobretodo al francés con Metal Urbain.
– Pues sí quizá era poco "british" dentro de la gente de mi entorno a pesar de comprar semanalmente el New Muscial Express, pero ya en esa publicación tenía verdadera curiosidad por conocer otras escenas que no fueran la inglesa, afortunadamente varios de sus redactores afrontaban escenas como las de Cleveland o California, de la primera pude disponer del Datapanik Year Zero de Pere Ubu a través de Krishna Goineau, su escucha y contemplación de la portada fue algo revelador y de la segunda prácticamente al mismo tiempo el Half Lip Move de Chrome que me obsequió un promotor musical en la tienda de Gay&Co. Una de las primeras sensaciones que tenía al oír el disco era su aire más que de garaje cavernoso, un eslabón perdido entre la música de garaje y el rock alemán por una banda tan misteriosa como podía ser Faust, ambos apenas habían aparecido en público y todo su mayor potencial lo empleaban en los ensayos en el local y sus posteriores reordenamientos, esto fue para mí una señal de como utilizar las cacofónicas sesiones de ensayo de Xeerox y darles forma, ya que además todo apuntaba como así fue que nunca daríamos conciertos.
Metal Urbain era una debilidad que tenía Mario Almonacid que contagió a todo el grupo, la explosividad y agresividad del punk adquiría en ellos la máxima expresión con el añadido de los sintetizadores futuristas, mutantes y metálicos, una anarquía ultra violenta pero también diletante muy en la línea del periodista Yves Adrien cuyos artículos en el Rock&Folk leíamos con total devoción hasta el punto de traducirlos para un posible fanzine. Si Chrome nos reafirmó que la idea de juntar elementos de acid rock, rock alemán y música industrial era posible, Metal Urbain lo hizo con la unión de punk con sintetizadores, algo que también nos fascinaba de Screamers, un combo de San Francisco cuyos pasos y otros grupos de la ciudad seguíamos a través de la revista Search&Destroy auténtica atalaya para vislumbrar todas estas escenas. Qué el disco que Anòmia publicó en 2013 de Xeerox acabara vendiéndose en la tienda de discos Aquarius en San Francisco que era donde Mario hacía muchos de los pedidos de esta escena me hace una especial ilusión y a él le hubiera encantado.